Nietzche ha muerto, su amor por la humanidad lo ha matado
Amar a Nietzsche no te hace Nietzcheano, de la misma manera que amar la música no te hace músico. Nietzsche era un genio del sufrimiento, por ello no es de extrañar que tras sus líneas llenas de violencia y apasionados razonamientos se escondiera un hombre solitario, frágil, sensible. Era un amante de la vida eso es innegable, de allí que sea uno de los padres del vitalismo. Pero al igual que muchos otros no encontró ni en la humanidad, ni en la vida, algo que llegase a corresponder ese amor.
Señalo el gran maestro: “Dios ha muerto, su amor por la humanidad lo ha matado”, yo me atrevería a pensar que este Dios era el reflejo del hombre, de sus memorias, razonamientos y proyecciones, de este vacío físico e intelectual. De esta manera, tras el velo prosaico se puede leer “Nietzche ha muerto, su amor por la humanidad lo ha matado”.
Dice el refrán que “Quien acumula conocimiento acumula pesares”, pues no hay nada más avasallador para un pensador de este calibre que la soledad espiritual, y en este punto cito una frase de Hesse sobre Harry Heller que perfectamente podría encajar en la suerte de Nietzsche
“Y no es que fuera odioso y detestado y antipático a los demás. Al contrario, tenía muchos amigos. Muchos lo querían bien. Pero siempre era únicamente simpatía y amabilidad lo que encontraba; lo invitaban, le hacían regalos, le escribían bonitas cartas, pero nadie se le aproximaba espiritualmente, por ninguna parte surgía compenetración con nadie, y nadie estaba dispuesto ni era capaz de compartir su vida. Ahora lo envolvía el ambiente de soledad, una atmósfera de quietud, un apartamiento del mundo que lo rodeaba, una incapacidad de relación, contra la cual no podía nada ni la voluntad, ni el afán, ni la nostalgia. Este era uno de los caracteres más importantes de su vida".
Finalmente esta inmensa sabiduría represada, estas emociones carentes de confidente digno a su magno intelecto, terminaron haciendo colapsar las bases mismas de su morada intelectual, con el resultado que ya todos conocemos.
Señalo el gran maestro: “Dios ha muerto, su amor por la humanidad lo ha matado”, yo me atrevería a pensar que este Dios era el reflejo del hombre, de sus memorias, razonamientos y proyecciones, de este vacío físico e intelectual. De esta manera, tras el velo prosaico se puede leer “Nietzche ha muerto, su amor por la humanidad lo ha matado”.
Dice el refrán que “Quien acumula conocimiento acumula pesares”, pues no hay nada más avasallador para un pensador de este calibre que la soledad espiritual, y en este punto cito una frase de Hesse sobre Harry Heller que perfectamente podría encajar en la suerte de Nietzsche
“Y no es que fuera odioso y detestado y antipático a los demás. Al contrario, tenía muchos amigos. Muchos lo querían bien. Pero siempre era únicamente simpatía y amabilidad lo que encontraba; lo invitaban, le hacían regalos, le escribían bonitas cartas, pero nadie se le aproximaba espiritualmente, por ninguna parte surgía compenetración con nadie, y nadie estaba dispuesto ni era capaz de compartir su vida. Ahora lo envolvía el ambiente de soledad, una atmósfera de quietud, un apartamiento del mundo que lo rodeaba, una incapacidad de relación, contra la cual no podía nada ni la voluntad, ni el afán, ni la nostalgia. Este era uno de los caracteres más importantes de su vida".
Finalmente esta inmensa sabiduría represada, estas emociones carentes de confidente digno a su magno intelecto, terminaron haciendo colapsar las bases mismas de su morada intelectual, con el resultado que ya todos conocemos.
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