Según cuenta la leyenda, el pronaos (entrada) del templo de Apolo en la ciudad de Delfos, albergarba la inscripción “ Conocéte a ti mismo ”. Quien entraba al Oraculo de Delfos en busca de la iluminación de Apolo o de una señal divina, estaba advertido desde su entrada que no habia más conocimiento que aquel que pudiera obtener dentro de sí. Apolo estaba pues dentro del hombre, y Apolo era a su vez el hombre mismo. Otras versiones han ampliado este aforismo, Édouard Schuré en su libro sobre los grandes iniciados de la antigüedad atribuye a los pitagóricos la frase: " Conócete a ti mismo y conocerás a los dioses y al universo ". En las antiguas tradiciones tanto de Oriente como de Occidente se ha forjado el pensamiento de que el hombre contiene todo el universo dentro de si y, a su vez, el hombre es un reflejo de Dios y de la creación. En la tradición Judeo Cristiana, el Genesis relata “ Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y h...
Cantaba el sabio Shankara alrededor del año 780 A.C. el siguiente himno: " No tengo muerte, tampoco dudas, no hay diferencia de castas en mí, no tengo padre ni madre, ni yo he nacido. no tengo parientes, ni amigos, ni maestro ni discípulo, Soy de la naturaleza de la conciencia, soy Shiva". El shivaismo es una corriente dentro del hinduismo donde impera la creencia en Shiva como el Dios supremo, dentro de la trimurti (Tres formas de Dios) conformada por Brahma (Dios Creador), Vishnu (Dios Preservador) y Shiva (Dios Destructor). Esta creencia se caracteriza por una visión No-Dualista del mundo, la cual propone que Dios y su creación se encuentran integrados, de manera que una se encuentra contenida dentro de la otra. La adoración al dios Shiva se origina con el culto vedico de Rudra (El terrible o el Rugidor), asociado al viento y la tormenta, que posteriormente se transformaría en Shiva (El auspicioso), con la tradición de los puranas y los upanishads. La figu...
"Dios había creado el cielo, las nubes y cada una de las estrellas. Había hecho correr los ríos y crecer los bosques. Pero lo más importante había sido que con sus enormes dedos había sembrado por todas partes a los animales y a los mapuches. Mientras tanto, los dos hijos mayores de Antu (sol) y Cuyen (luna) crecían. Un día, quisieron ser como su padre, querían crear cosas y reinar sobre la tierra. Al ver que no podían comenzaron a criticar y a burlarse de él - hasta que Dios enfureció. Así, con cada una de las manos tomó a sus hijos de los cabellos y los dejó caer desde lo más alto del cielo sobre las cordilleras rocosas. Los cuerpos gigantescos se hundieron en la piedra formando dos inmensos agujeros. La madre Cuyen no aguantó (soportó) la angustia (tortura) de observar esa pelea y se puso a llorar lágrimas enormes que - poco a poco - comenzaron a inundar los profundos hoyos que en la caída habían hecho sus dos hijos. Así se formaron los lagos vecinos: el Lácar ...
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